Dice el Sol que me echa de menos ,
mientras se eclipsa con todos;
el Lucero se ríe de mí (tildado)
y la Luna sigue mintiendo.
Consolado con el té de biznagas
por dos veces cocidas en aguas:
de caederas lágrimas,
pintaré bastos todas mis mañanas.
Disgustado con las constelaciones
y sus encantadores ubres,
decido quedarme
con mi razón punzante.
Ó. Valcárcel. Abril de 2009. Murmullandole a gritos al catalejo que tengo por alma.