domingo, 1 de junio de 2008

Mentiras

No estaría a la altura si no contara
las veces que me desquició a cornadas
todos los sures que convertí en nortes
los días con la lengua enroscada a su nuca
y todos los sueños que maté aquel martes.

Tras haber bajado al cielo de sus tetas
desde el infierno de su simpleza
no creáis que fue fácil deshacerme
del paraiso vacío de su belleza.

Ahora: enorme, reposado y henchido
miro mi cama: pensando cómo vaciarla
de oportunistas de tasca
que juran quererme
esparciendo jugos en mi boca

Ahora: enorme, reposado y henchido
vuelvo a mirarte tras la ventana
a ti, a la única, mi ambición
a la luna
mezcla de agua y vino.


O. Valcárcel. Junio de 2008. A la luna, a mi luna.

3 comentarios:

Arkaninger dijo...

de tasca concretamente, eh? ;-)

Empieza muy bien el poema, pero conforme va avanzando... cada vez mejora más!

La de poesías que le habré dedicado yo a la luna... ¿por qué será que nos tira tanto a todos?

Óscar Valcárcel dijo...

El final no me llena demasiado, es posible que le de una vuelta..

Te contaré una historia.. en mi caso la luna no es una figura poética.. es una mujer. La única que me ha rechazado.

Salud compadre.

Arkaninger dijo...

Creo que no conozco ningún poema en que aparezca la luna y no sea una metáfora de una mujer (o bueno, un ser) deseado (y normalmente inalcanzable, claro, como la luna) en general.

Otro día te contaré yo una historia de amor donde los protas son el sol y la luna y nada es lo que parece.

Pero eso, otro día.

Salud y sucios sueños.