jueves, 17 de enero de 2008

La bella y la bestia

Enamorado de tu hedor,
apestabas a mala mujer,
lamiendo cada centímetro de tu piel,
cada uno mejor que el anterior.

Inspirado en la falsa sensación
de bienestar compartido,
apelando al siempre útil olvido,
fui una bestia que jugó contigo
a aquel deporte perdido
que solo termina cuando
los dos hemos vencido.

Entonces cogiste ventaja.
Te dopaste en mi cara
y recurriste a la más cara
y mejor de las pajas
para encubrir las migajas
de aquel cuento que acabara
con un mágico toque de vara,
para tenerlo (a él) siempre contento.

Pero olvidaste que las bestias
también tenemos sentimientos.

Arkaninger Feizas. Enero 2008

1 comentario:

Óscar Valcárcel dijo...

Olvidó también lo que no ganó:
lo que perdió